Historia del roto Chileno
Posted by Este personaje que se pasea íntimamente por nuestra idiosincrasia chilena por más de cien años, desde el término de la primera mitad del siglo XIX, posee una historia y una caracterización que trataremos de configurar en estas líneas.
Según estudiosos de la historia nacional, el término en sus comienzos se les asignó, tempranamente a los indios y conquistadores que retornaban al Virreinato del Perú, los cuales regresaban sin una indumentaria adecuada, quizás frágil, pero deshecha y sin mayor protección contra las inclemencias del tiempo e inclusive de otros hombres..
Posteriormente, asume el Roto más prominencia, cuando se releva su audacia y resistencia en la conflagración que enfrenta nuestra nación con las repúblicas hermanas del Perú y Bolivia en el siglo ya citado. Para enfrentar esta situación bélica, el gobierno chileno debe incrementar las tropas de su fuerza armada, como lo es el Ejército. Y seguramente, dada la premura del tiempo se designan reclutadores de personal civil, quienes se dirigen hacia los diversos puntos geográficos, en busca especialmente de jóvenes y aspirantes bien fornidos. Tal actividad se ejecuta por las ciudades y muy especialmente en el sector rural. Por las buenas o por otros medios de convencimiento, se van conformando escuadrones para enfrentar a los contrincantes: La guerra se torna cruenta y al final el Ejército chileno resulta victorioso en dos oportunidades; pero, de todo este accionar emerge la figura de un nuevo soldado raso reclutado, el cual demuestra sus valores patrios proyectando una valentía sin par y un coraje extremo, superando con esfuerzo y vigor disímiles vallas que se le interponen hacia su objetivo final: transitar cientos de kilómetros por un desolado e inclemente desierto, toma de fortalezas inexpugnables como el Morro de Arica, lucha desigual en ocasiones ante un número elevado de contingentes, etc. Y así, va a ir surgiendo la figura del Roto, nuevamente vinculada con la actividad militar, el cual posteriormente se proyectará al cesar las acciones bélicas, a una vida de paz y de sosiego al reencontrarse con su medio habitual: la faena agrícola en el campo o la mano de obra en las urbes que empiezan a poblarse..
De estos sucesos heroicos, que sólo van a ser empañados cuando parte de estas tropas victoriosas son despachadas por los presidentes oligarcas de la época a luchar en una mal llamada Guerra de la Pacificación, la cual en la realidad fue de casi exterminio de la etnia mapuche, que había resistido cuatro siglos al imperio español., se procede a construir una estatua , la cual se le encomienda al gran escultor nacional, Virginio Arias en honor al Roto Chileno y se instala en la denominada plaza Yungay de Santiago, donde por años se recuerda a esta figura el 20 de enero, para recordar la gesta de Yungay, ocurrida ese día pero en el año 1839..
Sin embargo, en esta oportunidad quisiéramos reflexionar en torno de ese Roto que ha perdurado más en el tiempo, que ese desgraciado enfrentamiento entre repúblicas hermanas; figura del ser chileno que ha sido elogiada en muchas circunstancias, pero que igualmente la ha denigrado un sector de la sociedad chilena.
Para un sector el Roto es un ser grosero, pobre de solemnidad, que no se estabiliza en un trabajo determinado y que itinera de uno a otro lugar. A veces, se le designa con los apelativos de “roteque” “roticuaco” “roto de m…” etc. En verdad, creemos que este concepto nace de los niveles sociales oligárquicos, especialmente, que se refieren a estas personas, que al alborear el siglo XX, emigran del campo a la ciudad y se instalan en la periferia urbana, al rebelarse en contra la estructura semi-feudal de las haciendas, donde las familias permanecían subyugadas por generaciones de padres a hijos. Ahora, se arriesgan por labrarse un nuevo destino, que no será fácil en un espacio citadino que no conocen. A ellos, se agregan los ex mineros del salitre que abandonan la región nortina al cerrarse sus fuentes de trabajo, cuando los alemanes empiezan a elaborar el salitre sintético.
El Roto ha llegado a constituir una tipología geográfica en el país. Por ejemplo en el Norte destaca el Roto Pampino, el cual desde sus orígenes, ya a fines del siglo XIX, protagoniza aconteceres que lo enciman en diversos aspectos de su existencia. Luego, surgen figuras como el Roto Porteño, referido al que vive junto al mar. Por supuesto, está el Roto Cordillerano, aquel que vive en ese sector espacial y que viaja constantemente entre Argentina y Chile, dado su carácter de andariego. Indudablemente, el urbano que se crió en los primeros conventillos surgidos en las ciudades, especialmente en Santiago, desarrolla disímiles sucesos en la vida diaria. Más al sur, el ex minero de Lota y Coronel junto al chilote y el magallánico en el austro chileno, dentro de una variedad de tipos.
Este personaje ha sido tan importante en nuestra historia nacional que escritores como Joaquín Edwards Bello, Manuel Rojas y el cantautor Tito Fernández, entre otros, lo han inmortalizado en sus creaciones literarias y musicales sin dejar de mencionar a Pepo, creador de su personaje inmortal Condorito, roto chileno sin igual, el cual nos deleitó desde nuestras infancias con sus pellejerías y aventuras, muy difícil de enajenar de la esencia chilena después de desparecido su autor..
Por supuesto, que el Roto le dio origen a la clase media, cuando la educación se extiende en Chile y se convierte en un factor de movilidad social, especialmente a partir de ese presidente-maestro, como lo fue Don Pedro Aguirre Cerda, a fines de la década de 1930.Sin embargo, no todos lo consideran así, cuando emerge la figura del “arribista”, el cual ya profesional o poseedor simplemente de ciertos bienes económicos menores es “coqueteado” por la oligarquía que lo atrae a su seno. Lo hemos comprobado en: políticos, educadores, médicos especialmente, y una variedad de profesionales. Se da el caso que estos seres llegan a negar a sus progenitores, niegan, asimismo, el lugar donde nacieron y se criaron y despotrican en contra de los que fueron sus pares, inclusive, utilizan términos detestables que reflejan su pobre conciencia al tildar al Roto con denominaciones nuevas como: Picantes, huachacas o flaites.
No obstante existen grupos dignos, personas decentes que nos vanagloriamos de nuestro lar nativo y de nuestros ancestros y que nos identificamos con el término de Roto, porque pensamos que el chileno es un hombre, cualquiera sea su condición – salvo los oligarcas- que se puede romper por dentro, llevado a situaciones límites existenciales, como la que nos ocurrió en una oportunidad cuando permaneciendo en una prisión en décadas pasadas , en un momento dado, fuimos identificados con un objeto, la escoba, mientras limpiábamos el frontis de la cárcel . Ahí, parecía que para los guardianes habíamos dejado de ser personas humanas y constituíamos un simple objeto para hacer el aseo. Pero…con ese temple de Roto Chileno, resistimos tal vejación y recuperamos nuestra normalidad, a pesar de quienes pretendían quitarnos hasta nuestra propia condición humana.
Pero…el Roto no es rencoroso. Pronto olvida y perdona, porque permanece en él un sentimiento cristiano. Basta una guitarra, una botella de vino o un jarro del perfumado pipeño o de la chicha ardiente, una empanada sabrosa y una cueca bailada a su estilo personal, sin aprendizaje academicista, para olvidar y renovarse siempre mirando hacia el futuro, aunque por obra de otros seres ajenos a la idiosincrasia, en ciertas instancias temporales, la propia patria haya sido convertida en “madrastra”.
¡Pobres mentes aquellas que desprecian al Roto y sobre todo si viene de los aparecidos.! Quizás, se explica en los hacendados, que ahora viven en grandes mansiones citadinas para quienes el Roto sigue siendo el “colero”, que levanta a las terneras cuando tanto aplastarlas, éstas se cansan en una media-luna.
Pero la gran población chilena vibra y se identifica con el Roto, el más fiel expositor de nuestra idiosincrasia , el cual le otorga la unidad al ser de nuestro largo y angosto país. Porque, analícelo usted. Cómo se descubre en el exterior la chilenidad del Roto iquiqueño como el compañero Marcos o el fraterno camarada puntarenense Magallanes. ¿En la cueca? No. Porque el nortino de Iquique se identifica más con el vals o con los cantos andinos. Y en el austro, predomina una variante del baile nacional como es la cueca chilota. En la empanada. Tampoco. La nortina, la cual degustamos en Copiapó, viene preparada con azúcar y la de nuestros orígenes hualquinos, con sal…Pero en la chispa, en la talla, en el amor a la tierra, ahí si que están juntos nuestros connacionales de uno y otro extremo. Porque la chilenidad del Roto le desborda todos los poros y se prolongará hasta el propio día de su muerte, en tiempos de paz, cuando enfrentado al Más Allá exprese como lo hizo aquel poeta, que agradecido de la vida en su postrer verso señaló:”Vida, no te debo nada”.
Pero la gran población chilena vibra y se identifica con el Roto, el más fiel expositor de nuestra idiosincrasia , el cual le otorga la unidad al ser de nuestro largo y angosto país. Porque, analícelo usted. Cómo se descubre en el exterior la chilenidad del Roto iquiqueño como el compañero Marcos o el fraterno camarada puntarenense Magallanes. ¿En la cueca? No. Porque el nortino de Iquique se identifica más con el vals o con los cantos andinos. Y en el austro, predomina una variante del baile nacional como es la cueca chilota. En la empanada. Tampoco. La nortina, la cual degustamos en Copiapó, viene preparada con azúcar y la de nuestros orígenes hualquinos, con sal…Pero en la chispa, en la talla, en el amor a la tierra, ahí si que están juntos nuestros connacionales de uno y otro extremo. Porque la chilenidad del Roto le desborda todos los poros y se prolongará hasta el propio día de su muerte, en tiempos de paz, cuando enfrentado al Más Allá exprese como lo hizo aquel poeta, que agradecido de la vida en su postrer verso señaló:”Vida, no te debo nada”.